
Atardeceres de un soñador
Atardeceres de un soñador
En un lugar, medianamente estable de la ciudad de Santiago de chile, vivía un joven llamado, José Joaquín, perteneciente a una familia de clase social desfavorecida, debido a la incongruencia salarial por el cual subsistían por su padre, o tío. Al otro lado se encontraba su madre, con una condiciones de incapacidades mentales, que desgraciadamente obtuvo en el convento de la merced el cual hizo parte, según algunos testimonios, entro en shock su madre por los sucesos paranormales que se alojaban en dicho convento. Joaquín, era un joven sonador y progresista, de un carácter paciente y temerososo. Sin ninguna anhelación del término justicia, este joven al pasar los anos fue adquiriendo la disciplina y la dedicación por el estudio, de hecho era un empedernido y sensible en términos educativos, a tal punto que en una ocasión por ser un estudiante destacado lo eligieron lo compañeros como su representante, Joaquín, cuestiono un poco esta decisión eludiendo que no poseía esa habilidad de dirigirse ante más de dos personas debido a que era tímido, sin embargo, opto por la aceptación y comenzó su travesía en un puente con una salida un tanto invisible, luego su puente fue direccionándose, comenzó a comprender su destino, el destino de la construcción a una sociedad justa e igualitaria mediante la elección de las leyes, en vez de la carrera de medicina, que la tenia concebida desde el momento en que queda en cinta su madre, por la ausencia de su protector, que era un apasionado a la medicina, por esta escogencia Joaquín, decidió inscribirse en la facultad de derecho de la emblemática institución universitaria de chile, por su dedicación demostró la capacidad para ser integrante de esta institución, al comienzo Joaquín, al ser dedicado los compañeros lo tildaron de memorizador e inclusive un Autómata menesteroso y comúnmente charlatán, por sus extensas palabras, sin embargo, Joaquín al tomar cancha como dicen prosaicamente en las calles nubladas y estrepitosas de chile, comenzó triunfando desde el principio, obtuvo laureles por realizar la mejor tesis, de hecho, en la misma universidad desarrollo sus habilidades de comunicación y de apoyo social, por lo que fue representante de los estudiantes, Joaquín, decía que de nada vale el socialismo o cualquier forma de gobierno sino se posee esa virtud intrínseca de la protección a los demás, la sociedad se hace más injusta si gobernantes que pretenden que por medio de guerra se acaban los problemas. Joaquín, no se distinguió por ser estudiante sino por ser un distinguido abogado y político de la historia chilena, porque decía que la energía sigue al pensamiento, por tal lo imposible se hace posible en la manera en que uno se desprenda de cualquier energía prejuiciosa.
Al terminar sus estudios universitarios, se enfrento al litigio, donde tuvo altibajos porque muchos de los que batallo eran abogados del diablo y por su puesto indecoros, deshonestos y literalmente malvados.
En un atardecer, frente al mar, la arena y el esplendoroso sol, se encontraba sentado al costado de un sillón arrellanado, meditando sobre sus inspiraciones, y leyendo una de sus novelas favoritas crimen y castigo, despejándose de lo que rodeaba, idealizaba línea a línea lo que ojeaba, en un momento dado, en su vanguardia contemplo una figura un tano difusa, parecía un bosquejo de un corpus con un tanto de alabeo en su epicentro, muslos suculentos y cabellos rizados rabéales, casi una deidad clásica griega decía Joaquín, en un momento, gesto un sonido femenino diciéndole, Joaquín, No temas, el ser supremo no precisamente es como dicen, que su género es, por eso observarme asi, me han encomendado dejarte un mensaje, que es que tu patria será prospera en cuanto tu, tengas la suficiente madurez para afrontar tus decisiones y un tanto talante en la contribución, porque tú eres ungido, como el hombre que aparara mediante el superior la paz en tu nación. Joaquín, extrañado le pregunto cual es su mensaje que no he comprendido sus palabras, la querubína respondió, tu sabrás en el tiempo.
Desapareció en un instante, la figura con rostro delicado, Joaquín, comprendió este mensaje al cabo de unos años, y adhirió dichas palabras en la sustantividad. Por lo que no fue el jefe del estado, porque por ahí dicen que no se necesita ser presidente para mudar a un país, fue el líder de los desfavorecidos, en búsqueda de la utopía concebida por tomas moro, en esa ciudad terrenal en donde paso a ser celestial por la justicia social que por Joaquín fue aplicada.